martes, 20 de abril de 2010

Inconscientes


El espacio bidimensional es la morada de mis miedos y vicios. El cristal, el espejo de mis objeciones, de mis ambiciones. Es el tapiz que separa cuerpo y mente, vida y muerte, alegría y tristeza. Es el mundo maniqueo de blancos y negros. Y el estrecho pasillo entre uno y otro: el filo de la navaja de grises metálicos que se desplazan continuamente. Somos equilibristas que han aprendido a andar por la cuerda floja: a caer cuesta abajo y a chocar con la pared. El castigo de la vida, el volver a nacer. Somos aprendices de maestros ex-alumnos de esta escuela que es la vida. Y el reino animal de los paraísos cohibidos entre caos y orden. Una nube que se acerca en un día soleado. Somos el verdugo y la cabeza del condenado. El instante del beso que nunca nos dimos, el placer que nunca sentimos. Seremos lágrimas en ojos en que nunca nos vimos. Somos miradas perdidas en el horizonte borroso que nunca vimos. El boulevard de los sueños vacíos, de los te quiero que nunca dijimos. Y en el amanecer del mañana nos acomodaremos entre las sabanas blancas de pureza e inocencia perdidas. El éxito de nuestros enemigos, la derrota de los vencidos.
Las mañanas que nos esperan al salir por la puerta de casa, el fuego que nos entra por los ojos nos cegara mañana. Y seremos las cenizas de un volcán en erupción. El fracaso de nuestros propósitos y la venganza de nuestros engaños piadosos. La niebla que crece en el espacio nos tapara los ojos y perderemos el rumbo, la orientación. Y, sin embargo, seguiremos siendo los amantes del círculo vicioso, del mundo inherente y de las infidelidades más crueles. Tú y yo, la pecera deforme de la realidad inconsciente. Nos seguiremos odiando y amando, abrazados en el transcurso de la metamorfosis vital. Seremos crisálidas apunto de volar, seremos el eje de los astros que giran y rodean el espacio. Tú, el centro, yo el anillo. Yo la jaula y tú el pájaro. La libertad y la obediencia. Y mientras vivamos seremos como los polos opuestos que se atraen por el magnetismo neurálgico del amor. Amor que nos vendrá a despertar en las mañanas frías y dejará al descubierto nuestros cuerpos maltratados por el viento y el fuego de las noches de invierno. Y en el olvido nuestros corazones en el exilio se marchitaran como nuestros temores.

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